El Bunker de la Moncloa

Es más que probable que nunca hayáis oído hablar de él. Es más, muchos de los más altos políticos españoles desconocen su existencia. Pero la realidad es otra: la realidad es que existe y que está ahí. Otra cosa muy diferente es que tenga un sentido o un uso en la actualidad. Hasta tal punto que el centenar de funcionarios que diariamente trabajan en él para tenerlo a punto en todas sus vertientes realizan un trabajo infructuoso puesto que sus instalaciones apenas han sido utilizada por los diferentes gobiernos que España ha tenido desde su construcción.

El bunker de la Moncloa fue mandado construir, con gran sigilo por cierto, por Felipe González en los primeros años de la década de los 90 en el subsuelo del Palacio de la Moncloa. Y su finalidad no sólo era el de construir un refugio atómico ante imprevisibles desastres nucleares o armamentísticos sino que la idea era la de construir un enorme complejo que se convirtiera en el centro neurálgico que los diferentes Gobiernos pudieran utilizar para las crisis en las que España pudiera verse involucrada.
Sin embargo, el olvido en el que ha caído por parte de la clase gobernante española es patente hasta el punto de que, desde su construcción, pocos han visitado el mismo y el último inquilino que se recuerda fue el del popular Francisco Álvarez Cascos cuando era vicepresidente con el Gobierno de Aznar por el apocalíptico efecto 2000 que produciría el caos total. Ni siquiera con la crisis generada en España con los enormes atentados del 11-M se produjo una utilización del mismo. Hasta tal punto es así que no existe ninguna rutina de utilización. Pocos políticos saben que existen y de los que conocen su existencia, pocos o ninguno le reconoce utilidad alguna.
Sin embargo, el bunker presenta unas prestaciones propias de películas conspiranoicas. En 2003, un periodista del diario El Mundo facilitó la descripción más fidedigna que se ha dado hasta el momento del lugar, bajo el título Paseo por el búnker de La Moncloa. El ameno relato cuenta el descenso a esta cripta secreta de 7.500 metros cuadrados repartidos en tres pisos (los niveles 0, -5 y -10), en la que los funcionarios trabajan a 30 metros bajo tierra. El búnker cuenta con muros de tres metros de espesor, puertas falsas, armería, quirófano e, incluso, un cementerio en sus profundidades. Está diseñado a prueba de bombas nucleares, ataques con armas químicas y los frigoríficos cuentan con comida suficiente para que sus doscientos moradores (altas personalidades políticas y militares con sus mujeres e hijos) puedan sobrevivir a un asedio durante semanas. Nada más entrar en el nivel 0 se encuentra una pequeña sala con una ducha de descontaminación radiactiva. En esta planta están ubicadas las dependencias militares y la sala desde la que un potente ordenador puede dirigir los blindados, cazas y fragatas del Ejército español en caso de guerra.

El hospital se encuentra a esa misma altura y está dotado de quirófano, UVI y vacunas contra virus como la viruela o el ántrax. Esta planta se completa con una cámara acorazada, una habitación para grabar mensajes por televisión y la llamada sala de mapas, copada por monitores conectados a las principales cadenas de televisión del mundo. En el siguiente nivel, el -5, se encuentra toda la parte civil del búnker: sala de reuniones, archivos, biblioteca y un anfi teatro para proyecciones. Junto a él, las habitaciones con baño propio para las autoridades y otras estancias más austeras para los funcionarios. En ese mismo estrato se localizan la cocina, la cafetería y el restaurante, así como las grandes cámaras frigoríficas que sirven para guardar la comida en perfecto estado y, eventualmente, para almacenar cadáveres. La renovación de las existencias se realiza cada dos meses, aunque se desconoce el proveedor y el destino final de los alimentos. Por último, en la planta -10, la más alejada de la superficie, se encuentran las salas de ordenadores, lavandería, almacenes, taller mecánico y otros servicios. Cuenta con varios depósitos para almacenar gasoil con el que alimentar de energía al complejo subterráneo en caso de un apagón eléctrico, así como depósitos de agua, calderas, depuradoras y aparatos de aire acondicionado. Los ingenieros de esta obra no dejaron nada al azar y construyeron pozos a 200 metros de profundidad para recoger agua en caso de máxima necesidad. En este nivel también se habilitó una zona de armería que cuenta con un arsenal de rifles y pistolas y, contigua a esta, el citado cementerio con sus correspondientes nichos anónimos. ¿Se utilizarán alguna vez?

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